HIPERTENSION
ARTERIAL EN EL ANCIANO
Dra. Velázquez Patricia
Silvina, Prof. Dr. Rinesi Juan Fernando, Srta. Smigel María del
Carmen..
La prevalencia de hipertensión
arterial entre la población adulta es muy elevada (En el estudio
FRICAS [1996], realizado en nuestro país, las cifras halladas en
1.071 controles, fueron las siguientes: entre los 64 y los 74 años
el 32.1 % de los varones y el 40.8% de las mujeres padecía HTA y
en aquellos que superaban los 75 años la proporción fue del
40.8 % y del 40.3 % respectivamente para ambos sexos), a la vez que es
indiscutible su importancia como factor de riesgo cardiovascular, la prevalencia
aumenta progresivamente con el paso de los años manteniéndose
e incluso elevándose su condición de factor de riesgo.
Se entiende por hipertensión
arterial a "la elevación persistente de la presión de la
sangre en las arterias". En lo referente a elevación, existe consenso
internacional en aceptar que las cifras propuestas por la OMS, 160/95,
son la frontera a partir de la cual debe ser considerado hipertenso un
individuo adulto, cualquiera sea su edad; las cifras elevadas de tensión
arterial deben ser constantes, en ausencia de tratamiento antihipertensivo.
¿Porqué hay que tratar
la HTA en el anciano?
La respuesta se basa
en dos afirmaciones:
a. Porque es un claro factor de riesgo cardiovascular: no existe ninguna duda al respecto y la literatura es unánime en este sentido. El estudio de Framinghan, en Estados Unidos, se ha encargado de demostrar dos puntos importantes en geriatría: el riesgo cardiovascular es aún mayor en el anciano que en el adulto, y sobre todo la HTA sistólica aislada es en el anciano aún más un claro factor de riesgo que la diastólica. La expresión clínica de la HTA como factor de riesgo en el anciano se traduce sobre todo en la mayor incidencia de accidente cerebrovascular agudo, cardiopatía isquémica e insuficiencia cardíaca.
b. Porque es posible revertir este riesgo: los grandes estudios multicéntricos internacionales publicados en los últimos años (Administración de Veteranos, EE.UU.; HDFP, EE.UU.; Grupo Australiano; MRC, Gran Bretaña, SHEP y el STOP Hypertension) han demostrado cómo la normalización de las cifras tensionales se sigue de una disminución de eventos cardiovasculares. El desarrollo de nuevos fármacos está permitiendo una mejor aproximación terapéutica, que en cualquier caso clínico deberá ser moderada, progresiva y con objetivos razonables.
Epidemiología
Los riesgos de la hipertensión
han sido determinados fundamentalmente mediante estudios epidemiológicos
en gran escala. Se realizó un metaanálisis con los principales
estudios prospectivos de observación que establecieron relaciones
entre los niveles de presión arterial y la aparición de accidentes
cerebrovasculares y de coronariopatía .Estos estudios incluyeron
el seguimiento de casi 420.000 individuos por un lapso comprendido entre
6 a 25 años, se registraron 599 accidentes cerebrovasculares fatales
y 4.260 muertes por enfermedad cerebrovascular.
Los resultados globales
demostraron asociaciones directas, continuas y en apariencia independientes,
aunque sin evidencia de un umbral de presión arterial diastólica
por debajo del cual disminuyeran los riesgos de accidente cerebrovascular
y de enfermedad cerebrovascular.
MacMahon advirtieron
que una única determinación de la presión arterial
diastólica, como fue la práctica común a todos estos
estudios, lleva a subestimar considerablemente la verdadera asociación
entre la presión arterial diastólica habitual o su valor
medio a largo plazo, y la enfermedad. Esto se debe a que después
de determinaciones repetidas tiende a haber una regresión hacia
la media en las lecturas más bajas así como en las más
altas. Como hay relativamente pocos eventos relacionados con las lecturas
más bajas, y muchos más asociados con las lecturas más
altas, la "desviación de dilución regresiva"induce a presuponer
mas riesgos de los que realmente existen a largo plazo en asociación
con las lecturas más altas. Como estos eventos afectan la mayoría
de las veces a individuos con una primera lectura más alta que las
siguientes, parecen sobrevenir con valores de presión arterial diastólica
mucho más altos de lo que realmente son en el largo plazo. Según
estudios de Framingham, Mac Mahon estimaron que un aumento sostenido de
la presión arterial diastólica de más de 5,0 mmHg
por encima de la normal se asocia con riesgos por lo menos 34% mas altos
de ictus y 21% mas altos de enfermedad cerebrovascular.
Según estudios
realizados por Kaplan las mujeres toleran la hipertensión mejor
que los hombres, las tasas de mortalidad secundarias a cualquier nivel
de hipertensión son más altas en los sujetos de sexo masculino.
Si bien las mujeres son afectadas por niveles de presión más
altos, no están exentas de los efectos deletéreos de la hipertensión.
No obstante, las tasas de enfermedad cardiovascular más bajas con
todos los niveles de presión arterial, sistólica o diastólica,
en mujeres de 35 a 64 años y , aún más llamativamente
en mujeres de 65 a 94 años seguidas durante 30 años en el
estudio de Framingham, sugieren que se podría emplear niveles de
presión algo más altos para definir la hipertensión
en el sexo femenino.
En lo que respecta
a raza y riesgo de poseer hipertensión, se pudo constatar que los
individuos de raza negra tienden a presentar niveles de presión
arterial más altos que los de otras razas y una mayor mortalidad
global con todos los valores de presión. El seguimiento de estos
sujetos por un período adicional de 5 años confirmó
una interesante diferencia racial: la tasa de mortalidad por coronariopatía
de los hombres negros con presión arterial diastólica superior
a 90 resultó menor que la de los hombres blancos, pese a que se
registró una mayor mortalidad por enfermedades cerebrovasculares.
Hasta unos años
atrás se pensaba que la hipertensión se transformaba en un
factor de riesgo cada vez menor a medida que se alcanzaba y superaba la
8va. década de la vida, principalmente en lo que a eventos cardiovasculares
se refiere, hecho mencionado por KAPLAN en su 5ta. y 6ta. Edición.
Sin embargo actualmente este concepto ha cambiado, el mismo autor menciona
ensayos realizados en Suecia donde se evalúan pacientes hipertensos
entre 70 y 84 años donde los resultados obtenidos mostraron en los
que recibieron tratamiento una disminución de las cifras tensionales
se acompañó de disminución de la incidencia de insuficiencia
cardiaca congestiva en un periodo de 5 años y la prevención
de un ataque cardiovascular y muerte cada 14 pacientes. Con lo cual podemos
afirmar que el tratamiento antihipertensivo resulta aun beneficioso en
este grupo etario.-
Fundamento de la reducción de
la hipertensión
Se han reunido evidencias
experimentales, epidemiológicas y clínicas de los beneficios
de la reducción de la hipertensión, detalladas a continuación:
a. La frecuencia de enfermedad cardiovascular y de muerte está directamente relacionada con la magnitud de la magnitud de la presión arterial.En los últimos 20 años, se realizaron ensayos terapéuticos controlados de pacientes con niveles de presión diastólica tan bajos como 90 o 95 mm Hg. Hasta el momento no hay acuerdo sobre si los fármacos antihipertensivos protegieron de la enfermedad cardiovascular a pacientes con presión arterial diastólica menor de 95 o incluso de 100 mm Hg. Por un lado, algunos consideran que los datos convalidan la necesidad de administrar farmacoterapia a pacientes con presión arterial diastólica por encima de 90 mm Hg. Por otro lado hay expertos que opinan que aquellos datos no confirman la necesidad de tratamiento farmacológico, aun con presión arterial diastólica de hasta 104 mm Hg.b. La presión arterial aumenta más en aquellos que ya son hipertensos.c. En los seres humanos, la lesión vascular es menor donde la presión es más baja: por debajo de una coartación, más allá de una estenosis renovascular y en la circulación pulmonar.d. Experimentalmente, el descenso de la presión arterial protege el sistema vascular.e. El tratamiento antihipertensivo reduce la enfermedad cardiovascular y la mortalidad.
Beneficio del tratamiento
Los beneficios de administrar
tratamiento a un paciente con hipertensión fueron fáciles
de demostrar, en vista de la evolución predecible, relativamente
breve y casi uniformemente fatal que tiene la enfermedad en ausencia de
tratamiento. Algunas conclusiones con respecto al beneficio que aporta
tratar la hipertensión son:
a. Reduce la incidencia de insuficiencia cardíaca y hace retroceder las manifestaciones de insuficiencia cardíaca establecida.En pacientes mayores de 60 años el beneficio del tratamiento de la hipertensión está bien establecido en varios ensayos. La sociedad Británica de hipertensión recomienda tratar con drogas antihipertensivas valores tensionales iguales o mayores a 160mm Hg. de sistólica y 90mm Hg de diastólica.
b. Previene la aparición de la fase maligna y hace retroceder las manifestaciones de la hipertensión maligna establecida.
c. Reduce la incidencia de ictus y los riesgos de un nuevo ictus en los pacientes que inician el tratamiento anthipertensivo después del episodio inicial.
Beneficios que aportan cada fármaco
en particular
Está claro que
el objetivo global es el mayor bienestar posible de nuestro paciente anciano,
pero, en cuanto a niveles tensionales se refiere, la idea razonable es
acercar en todo lo posible a la normalidad las cifras tensionales. Los
objetivos que hay que conseguir con la terapéutica serían
alcanzar cifras diastólicas comprendidas entre 90 y 100mm Hg. Y
sistólicas por debajo de 180 mm Hg, siempre en función de
la tolerancia del paciente.
a. Calcio-antagonistas. Son muchos
autores, con Bhuler a la cabeza, que opinan que son el fármaco de
elección en geriatría, actúan disminuyendo la resistencia
periférica, cuyo aumento es el hecho fisiopatológico fundamental
en la hipertensión arterial del anciano, son más activos
en edades avanzadas y con niveles bajos de renina, no comprometen la circulación
sobre los órganos diana ni interfieren con las patologías
asociadas más frecuentes en el anciano (diabetes, vasculopatías
etc.) Las principales familias de estos fármacos que hay que considerar
son los derivados de las dihidropiridinas (nifedipina, nitrendipina, nisoldipina),
verapamilo y diltiazem. La nifedipina es seguramente el más utilizado,
con una dosificación de 20 mg. 2 veces al día, el verapamilo
se utiliza 1 o 2 veces al día en dosis de 240 mg. y sin olvidar
su efecto bradicardizante que puede no aconsejar su empleo en ciertas situaciones
(bloqueos, por ej.) . La nitrendipina presenta un perfil muy adecuado en
la hipertensión arterial del anciano, ya que permite controlar con
una dosis al día de 20-40 mg. un alto porcentaje de ellas.
c. IECA: su efectividad en hipertensiones
hiporreninémicas, como en el caso del anciano, sugiere algún
otro mecanismo de acción, posiblemente a través de las bradicininas,
disminuyendo la resistencia periférica. El captopril, a dosis comprendidas
entre 50 y 100 mg., y el enalapril, 10-30mg/día, son los representantes
de éste grupo.
d. Diuréticos: constituyen
los fármacos de primera línea en la mayoría de los
ancianos hipertensos, siendo de elección los diuréticos Tiazidas.
La terapéutica se inicia con bajas dosis que se van incrementando
si es necesario. Efectos secundarios como la hipokalemia pueden evitarse
con la utilización conjunta de Tiazidas y un Ahorrador de potasio.-
Se ha mencionado un
efecto adicional benéfico de los diuréticos Tiazídicos
que consiste en su tendencia a reducir la excreción de calcio disminuyendo
así la perdida ósea y con ello la probabilidad de fracturas.-Por
lo tanto podemos decir nuevamente que por su eficacia y escasos efectos
secundarios estos fármacos continúan siendo de elección.
Los más utilizados
son Clorotiazida y Clortalidona 25 mg. por día y Amiloride 2,5 mg
por día.
d. Beta-Bloqueantes: reducen el
gasto cardíaco y quizás actúen a través del
eje renina-angiotensina. Tienen la ventaja de poder usarse en dosis únicas,
no producir hipotensión ortostática y gozar de un cierto
grado cardioprotector. A pesar de lo citado y no poseer un perfil precisamente
geriátrico, éstos fármacos pueden ser utilizados en
el anciano hipertenso, siempre que se respeten sus contraindicaciones.
Los fármacos más habituales en éste grupo (atenolol,
50mg/ día; propanolol, 80-120 mg./ día) se le suman otros
más selectivos, como el celiprolol y el bopindolol.
Asociaciones de fármacos:
La regla de oro "monoterapia – monodosis – minidosis" es la más
deseable para el tratamiento de la hipertensión en geriatría;
cuando no es posible el control a dosis plenas con un solo fármaco,
es preciso escalonar la terapia añadiendo nuevos fármacos;
los cuatro grupos citados pueden combinarse entre sí, aunque no
está demostrada suficientemente la sinergia calcio – antagonista
– diurético, ni está indicada la combinación beta-
bloqueantes- verapamilo por su común efecto bradicardizante.
BIBLIOGRAFIA
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