ENFERMEDAD
DE ALZHEIMER - PARTE I
Dra. Lorena Dos Santos, Prof. Dr.
Pedro R. Torales
INTRODUCCION
Resulta difícil
dar una definición concreta de la enfermedad de Alzheimer desde
el momento en que se desconoce su etiología. Eventualmente se la
puede definir como un trastorno adquirido y crónico de dos o más
de las funciones cerebrales: memoria, lenguaje, pensamiento y conducta,
que lleva inexorablemente a un deterioro cognitivo múltiple e invalidante.
Es una de las principales causas de demencia, se considera que constituyen
el 50-70% de las mismas.
La Demencia Tipo Alzheimer
o Enfermedad de Alzheimer (EA) es llamada en reconocimiento a Alois Alzheimer,
un médico alemán, que en 1907 describió alteraciones
histopatológicas típicas en una paciente demente y, que ahora,
dan el fundamento diagnóstico a este tipo de demencia.
La demencia es un síndrome
causado por un trastorno cerebral, usualmente de naturaleza crónica
y progresiva, en el cual existe una alteración de funciones corticales,
incluidas la memoria, pensamiento, orientación, comprensión,
cálculo, capacidad de aprendizaje, lenguaje y juicio. El deterioro
de estas funciones cognitivas está comúnmente acompañado,
y ocasionalmente precedido, por un deterioro en el control emocional, conducta
social o motivación. El síndrome demencial
se presenta en la Enfermedad de Alzheimer, en trastornos cerebrovasculares,
y en otras patologías que afecten primaria o secundariamente el
cerebro.
En estos últimos
años la EA ha cobrado un relieve significativo, no sólo en
el ámbito médico, sino también, en la comunidad en
general. La EA tiene un curso devastador para el paciente y su familia,
con un costo económico-social que aumenta alarmantemente a medida
que aumenta el porcentaje de la población geriátrica en la
sociedad contemporánea.
EPIDEMIOLOGIA
La EA compromete al
5% de los ancianos de más de 65 años y al 20% cuando la edad
supera los 80 años. Se la considera una enfermedad estrechamente
ligada a la vejez, menos del 10% ocurre en personas menores de 65 años.
En la población general tendría una prevalencia del 1 al
2 %. La incidencia es de 123 casos nuevos en 100.000 personas por año.
Se estima que la prevalencia
de la EA se dobla cada 5 años después de los 65 años,
un 25% a los 85 años y después de los 90 años el porcentaje
aumenta a 40%.
En 1980 había
en los Estados Unidos 2.9 millones de personas con esta enfermedad, aumentaron
a 4.8 millones en el año 2000. Se calcula que en el año 2010
en función del aumento de la expectativa de vida y de la población
geriátrica en particular el número de casos de la EA aumentará
un 25% con respecto a las cifras del año 2000.
En relación
a las demencias en general la prevalencia no se conoce con exactitud, puede
ser alrededor de un 15% en la población mayor de 65 años
según los países y las etnias. Mientras que la incidencia
de la demencia en general, es de 187 casos nu evos por año en 100.000
personas.
Las cifras mencionadas
denotan claramente la magnitud del problema que la Salud Pública
enfrenta en la actualidad y tendrá que enfrentar en el futuro cercano.
La cantidad de sufrimiento por parte de los enfermos, familiares y cuidadores
es considerable y económicamente alarmante.
ETIOLOGIA Y PATOGENIA
Como ya se mencionó
se desconoce la etiología de esta enfermedad. Las diversas hipótesis
pueden llevar a un punto tan peligroso como el de homologar la afección
al simple "envejecimiento neuronal". La etiología de esta enfermedad
es motivo de frecuentes y constantes estudios en centros especializados.
Provisoriamente se
la puede definir como una enfermedad neuropsiquiátrica progresiva-
propia del envejecimiento- que afecta la sustancia cerebral y acarrea la
pérdida inexorable de la función cognitiva, así como
también trastornos afectivos y de la conducta, que cursa con atrofia
del hipocampo y de la corteza cerebral. Estos cambios son evidentes, tanto
en los estudios radiológicos y de neuroimagen del cerebro, como
en la inspección directa postmortem del órgano.
Sin embargo es a nivel
histopatólogico donde se encuentran los rasgos típicos de
esta enfermedad: pérdida masiva de neuronas y presencia de numerosas
placas
neuríticas extracelulares, ubicadas en el espacio intersticial,
y ovillos neurofibrilares intracelulares. Otras alteraciones histopatológicas
concomitantes son la degeneración granulovacuolar y la angiopatía
amiloide.
Aunque ninguna de estas
lesiones son consideradas patognomónicas de la EA los ovillos
neurofibrilares, son considerados el sello característico de
la EA, se correlacionan estrechamente con la muerte neuronal y el grado
de severidad de la demencia, su presencia indica la ruptura del citoesqueleto
necesario para el funcionamiento neuronal normal.
Las placas neuríticas,
consisten en agregados de restos de axones y de dendritas de neuronas degenerados,
amalgamados con una proteína insoluble, el beta-amiloide.
Los ovillos neurofibrilares
y las placas neuríticas aparecen en escaso número en el envejecimiento
normal, en la EA, éstos, se desarrollan en gran cantidad, y con
una arquitectura neurofibrilar desorganizada. Las placas neuríticas
son poco numerosas y de poca densidad en los ancianos normales, en cambio,
en la EA, estas placas son muy abundantes. Los individuos normales comienzan
a
desarrollar, progresivamente estas estructuras a los 50 años, para
llegar a encontrarse en un 75% de las personas de 80 años.
La concentración
del beta-amiloide es muy prominente en la histopatología de la EA,
se lo considera un elemento fundamental en la patogenia de la EA, por lo
que, ha provocado una atención especial en las investigaciones que
buscan explicar los procesos causales del deterioro neuronal.
Se desconoce el mecanismo
por el cual el beta-amiloide desencadena la cascada de reacciones bioquímicas
observadas en la EA, se cree que es tóxico a las neuronas, tal vez
causando una inflamación en el cerebro, generando radicales libres,
o elevando el calcio intracelular a niveles tóxicos y letales para
la neurona. Incluso, se ha sugerido que la beta-amiloide podría
activar los procesos de apoptosis celular, conduciendo a la neurona a su
propia muerte.
En los últimos
años se está prestando atención al fenómeno
de apoptosis o muerte celular programada como posible suceso primario en
la EA, lo que permitiría explicar como una enfermedad heredada permanece
latente durante la juventud y la madurez para expresarse fenotípicamente
en el momento de la senectud.
La apoptosis se refiere
a la muerte celular provocada por sus propios medios, una especie de suicidio.
Este proceso es parte de las condiciones fisiológicas normales de
la célula para conservar la homeostasis y la renovación de
los tejidos, pero que en la EA, se desencadenaría inducida por el
beta-amiloide.
Finalmente, no se sabe
aún que es lo que causa exactamente la EA. Ya no se trata de encontrar
un sólo factor etiológico, sino que de comprender la combinación
interactiva de factores genéticos, factores ambientales y factores
incidentales.
Factores de riesgo para el desarrollo
de la EA
1- Factores Genéticos:
Desde el punto de vista
genético la EA puede dividirse en dos tipos: la EA familiar
que sigue un patrón hereditario (4%-8% de los casos) y la EA
espóradica en la cual no se distingue ningún patrón
hereditario evidente. La EA familiar es de comienzo temprano (habitualmente
antes de los 65 años), asienta sobre un defecto genético
localizado en el cromosoma 21 o en el 14. En la EA de comienzo tardío,
el papel de los genes no es determinante
2- Factores no genéticos:
a- Edad.
La edad es el factor de riesgo más importante en el desarrollo de
la EA.
b- Historia familiar de EA:
constituye
un antecedente claro de aumento de riesgo en el desarrollo de la EA en
estudios de prevalencia, incidencia y de casos control.
c- Trauma encéfalo-craneano.
La relación de trauma encefalocraneano y EA ha permanecido elusiva,
aunque la mayoría de los estudios confirman una relación
positiva, sobre todo si el trauma ha sido grave.
d- Enfermedad vascular cerebral:
Se ha demostrado una relación entre el infarto cerebral y la EA.
Pacientes con infartos cerebrales, aún pequeños y escasos,
presentan más síntomas de demencia. Pareciera que el daño
vascular aumenta 20 veces la severidad de los síntomas de la EA.
La aterosclerosis cerebral que altera el suministro de sangre al cerebro,
también podría estar involucrada en el desarrollo de la EA.
Las demencias mixtas, EA y demencia vascular se presentan juntas en un
15 a 20% de los casos.
e- Sexo:.
Algunos estudios epidemiológicos han mostrado que las mujeres con
tratamiento de reemplazo de estrógenos parecen tener menos riesgo
de desarrollar una EA (Kawas, C. y cols. 1997). El estrógeno tiene
una variada acción en el cerebro, pero los detalles de estas acciones
no están aún claras, como tampoco hay pleno acuerdo de que
el estrógeno proteja de la EA. Las estadísticas muestran
una prevalencia mayor de EA en las mujeres, el doble que varones, pero,
esto podría ser sólo el resultado de la mayor sobrevida de
las mujeres, además, las pacientes femeninas con EA, viven más,
que los varones con la misma enfermedad.
FISIOPATOLOGIA
Actualmente se considera
que la causa primaria de la enfermedad estaría relacionada con la
formación de las placas neuríticas y ovillos neurofibrilares.
Los primeros cambios histopatológicos suelen comenzar en el córtex
entorrinal, de ahí pasan a otras áreas del lóbulo
temporal medial, incluyendo al hipocampo, la admígdala y el giro
parahipocámpico. Posteriormente, las lesiones se extienden a las
áreas parietotemporal y frontal.
En un principio son
las neuronas colinérgicas del hipocampo las primeras en destruirse,
en estadíos posteriores se afectan las grandes neuronas piramidales
de la corteza cerebral. Esta pérdida masiva de neuronas se manifiesta
clínicamente por trastornos de la memoria (lesión hipocámpica)
y deterioro del pensamiento y del lenguaje (lesión cortical), pero
al ir avanzando la enfermedad la neurodegeneración compromete además
los sistemas adrenérgico y serotoninérgico
Aunque, más
tardíamente la atrofia aparece en el locus coeruleus y el área
límbica, esto podría explicar los trastornos del humor. Además
se atrofian las neuronas del núcleo basal de Meynert, las proyecciones
de este núcleo se realizan hacia la corteza, el hipocampo, la amigdala,
el bulbo olfatorio, tálamo y al tronco del encéfalo. A su
vez recibe aferencias talámicas, de la amigdala, mesencéfalo.
La degeneración del núcleo basal de Meynert podría
explicar la marcada disminución de la concentración de acetilcolina
en la corteza cerebral (70% de la actividad cortical).
CUADRO CLINICO
El cuadro clínico
de la enfermedad de Alzheimer se caracteriza por síntomas precoces
que suelen pasar inadvertidos. Desinterés laboral, olvidos poco
relevantes de acontecimientos cotidianos y descuidos en las tareas rutinarias.
Su comienzo es insidioso
y usualmente lento. El enfermo habitualmente no se da cuenta o, tiene una
conciencia parcial, de la pérdida gradual de sus habilidades cognitivas.
Tiende a minimizarlas, cubrirlas o ignorarlas. Cuando se le señalan
o, se le enfrenta a sus deficiencias, se irrita o molesta. Cuando la conciencia
de enfermedad se preserva parcialmente, al inicio del deterioro mental,
el paciente se inquieta o se deprime, en algunos casos puede aún
llegar a la conducta suicida. Por lo general, sin embargo, el paciente
reacciona a sus fallas con indiferencia. Esto se denomina anosognosia:
condición neurológica que impide al enfermo reconocer sus
fallas.
En el comienzo de la
enfermedad el paciente se vuelve más apático y desinteresado,
abandona las actividades que antes le atraían y le entretenían.
Algunos se vuelven más obstinados e inflexibles, otros más
dependientes. El enfermo no llega a la consulta del médico por iniciativa
propia, son sus parientes o conocidos los que notan los cambios de personalidad
y de comportamiento. Frecuentemente los síntomas y signos de la
EA han comenzado meses, y aún años, antes que el paciente
sea evaluado por un profesional.
El proceso neurodegenerativo
de la EA, al afectar diversas áreas de la corteza cerebral, produce
una pluralidad de manifestaciones clínicas. Para facilitar la exposición
de este polimorfismo sintomático, se clasifican en diversos grupos,
pero debe tenerse presente que en la realidad clínica se entremezclan
heterogéneamente. No se debe pensar que las descripciones de las
deficiencias cognitivas afaso-apraxo-agnósicas que se describen
son, simplemente, la yuxtaposición de cuadros neurológicos
distintos. Las lesiones en la EA se dan en el contexto de una neurodegeneración
general, progresiva, con una semiología llena de interacciones y
modulaciones.
Alteraciones de la memoria
Las alteraciones de
la memoria constituyen la alteración psicopatológica predominante
de la EA. Habitualmente son las primeras alteraciones que se presentan
en esta enfermedad. La pérdida de la capacidad de aprender nuevo
material y el olvido de lo ya aprendido caracterizan
a la enfermedad, siendo la dificultad para retener nueva información,
más claro en los inicios del trastorno.
La habilidad para retener
información nueva se puede probar pidiendo al paciente que recuerde
una lista de palabras no relacionadas como: naranja, automóvil,
regla. Una vez dadas las tres palabras se le pide al enfermo que inmediatamente
las repita (memoria inmediata o de registro), luego
al cabo de cinco minutos se le vuelve a preguntar las tres palabras (memoria
reciente).
La memoria reciente
es la más afectada en la EA, se va deteriorando paulatinamente.
Su dificultad se manifiesta cuando tienen que almacenar nueva información.
Los pacientes olvidan las llaves, la billetera, la comida en el horno,
se olvidan lo que hicieron horas o minutos antes. No pueden recordar datos
y detalles, así como de los aspectos relevantes de un acontecimiento
vivido horas antes.
La memoria remota
(memoria de los hechos pasados) se va borrando gradualmente,
terminando el enfermo por olvidar su historia personal, su familia de origen,
etc. Se indaga fácilmente al preguntar por la historia personal
y familiar del paciente y con la información ofrecida por los familiares
con respecto a su capacidad de recordar tareas profesionales, culinarias,
etc.
Mientras que actividades
automáticas (no requieren actualizarse en la conciencia) como la
cadena de movimientos necesarios para conducir un vehículo y el
aprendizaje de tareas motoras sencillas pueden preservarse relativamente,
aún en estados avanzados de la enfermedad.
Otras alteraciones
de la memoria que pueden observarse en el diálogo con el paciente
son las: intrusiones (incorporación de elementos que pertenecen
a un tema anterior) y confabulaciones (suplir lo que se ha olvidado
con otra información parecida, inventada), estos rasgos son muy
característicos de la EA.
Agnosias
El término agnosia
(gnosis=
conocimiento/ a=prefijo privativo) se refiere a la incapacidad de reconocer
o identificar objetos a pesar de una función sensorial intacta.
Se pueden distinguir agnosia visual y agnosia táctil. En la agnosia
visual el paciente no puede reconocer objetos habituales, silla, mesa,
vaso, etc.; en la EA avanzada no reconoce el rostro de amigos, familiares
y, aún, el suyo propio reflejado en un espejo (prosopoagnosia).
Una agnosia visual puede ser en verdad, el trastorno primario en algunas
fallas cognitivas que se atribuyen a alteraciones de la memoria o del lenguaje.
En la agnosia táctil, el paciente no puede reconocer, con el sólo
tacto, un objeto colocado en su mano.
Alteraciones del funcionamiento ejecutivo
En las alteraciones
del funcionamiento ejecutivo se incluyen el deterioro del pensamiento abstracto,
lo que se puede demostrar en el enfermo en su incapacidad de abstraer lo
común de dos objetos aparentemente diferentes (manzana – plátano:
frutas; bicicleta – avión: medios de transporte; etc.) o, de encontrar
la diferencia en dos objetos aparentemente distintos (niño – enano:
edad). En estas pruebas o, da respuestas concretas o, simplemente, falla
completamente.
Otras funciones ejecutivas
incluyen la capacidad para iniciar, planificar, secuenciar, autocorregir,
ejecutar una actividad, y mantener la atención sobre ella, las alteraciones
de estas funciones se pueden mostrar pidiendo al enfermo contar hasta 10
o, decir los días de la semana, primero en forma directa y, luego,
a la inversa; también se puede usar la serie 100-7 (100-7= 93…86...79…etc.)
hasta el final.. El enfermo con trastornos de estas funciones ejecutivas,
evita situaciones nuevas que requieren compresión y entendimiento
de nueva información y pierde la capacidad de juicio. Pierde la
flexibilidad del uso de conceptos y declina su capacidad para resolver
problemas. Con el progreso de la enfermedad va desapareciendo su capacidad
para desarrollar actividades como el trabajo habitual, planear diversiones
o proyectos, manejar el presupuesto familiar, etc. En las fases avanzadas
de la enfermedad se deterioran el proceso lógico y racional del
pensamiento hasta desaparecer en las etapas finales de la demencia.
Afasias
Alteraciones del lenguaje,
tanto en su comprensión, como en su emisión. Una de las primeras
fallas que experimenta el paciente es la caída de la producción
global del lenguaje que se pone de manifiesto en las pruebas deevocación
de vocabulario, también conocidas como pruebas de fluencia
verbal (decir nombres de animales, palabras que empiezan por una determinada
letra, etc). en las que el paciente muestra una disminución del
número de palabras evocadas por unidad de tiempo con respecto a
los sujetos normales. La dificultad en encontrar la palabra adecuada para
señalar un objeto o, comunicar un concepto, se designa como
anomia
o, dificultad con la evocación nominal. La anomia
se manifiesta especialmente en el uso de los substantivos (primero, en
los menos usados), más raramente, en otras categorías gramaticales
como verbos y adjetivos. La dificultad generada por la pérdida del
vocabulario fuerza al enfermo a utilizar frases largas y vagas (circunloquio),
y hacer uso de palabras genéricas e inespecíficas, como cosa,
esto, eso, etc. o, dar una definición o, un rodeo explicativo (perifrasis)
en lugar de la palabra buscada El discurso se va volviendo superficial
y vacío, y el paciente va perdiendo la capacidad expresiva, con
falta de iniciativa para hablar y una lentitud para responder. En estas
fases iniciales la gramática y la sintaxis no muestran alteraciones
mayores hasta el final de la enfermedad, pero hay claras dificultades en
la comprensión de significados complejos, en la producción
de categorías y asociaciones semánticas. Se observan repetición
de temas, frases o palabras durante el discurso (perseverancias).
En la EA no hay trastornos de la articulación del lenguaje. hasta
bastante avanzada la demencia.
En los estados más
avanzados aparecen los neologismos (palabra nueva creada en reemplazo
de la adecuada), la comprensión verbal se pierde y el lenguaje se
va convirtiendo en una jerga, perdiendo, ahora, la capacidad de repetición
que se ha mantenido por un largo tiempo. El lenguaje entra en una fase
de afasia global, quedando reducido a estereotipias (repetición
de sílabas, palabras o conjunto de palabras repetidas al intentar
hablar, pueden, o no, tener cierto significado en si mismas, pero su emisión
es independiente de la idea y aparecen en cualquier tentativa de verbalización);
ecolalia
(repetición reiterativa y progresivamente acelerada de una sílaba,
palabra o las últimas palabras que se le han dirigido); palilalia
(repetición reiterativa y progresivamente acelerada de una sílaba,
palabra o frase corta de su propio discurso). En las últimas fases,
el lenguaje se limita a sonidos guturales o sonidos inespecíficos
para terminar, finalmente, en el mutismo completo.
En relación
al lenguaje escrito, éste sigue un patrón similar al del
deterioro oral. También puede mostrarse precozmente su caída
pidiendo al paciente que escriba una pequeña composición
sobre un tema que le es familiar. La caída de la comprensión
del material escrito (alexia) sigue un curso paralelo a la severidad
del cuadro demencial. Primero se pierde la capacidad de comprender el lenguaje
escrito y la capacidad para escribir (agrafia) conservándose,
por un tiempo, la lectura en voz alta.
Apraxias
La apraxia se refiere
a la pérdida en la habilidad de ejecución motora de un acto
previamente aprendido. A pesar de preservarse la habilidad motora misma,
la función sensorial y la comprensión de la tarea requerida.
Se pueden distinguir la apraxia ideatoria (incapacidad de simbolizar la
sucesión de gestos de un acto motor como peinarse, saludar, etc.)
y la apraxia ideomotriz (incapacidad de realizar una tarea requerida, sin
embargo, ésta se puede realizar espontáneamente). La apraxia
se puede demostrar, también, en la incapacidad de copiar diseños,
ensamblar bloques y arreglar palillos para reproducir un dibujo. Las apraxias
contribuyen significativamente en las fallas del paciente en las tareas
diarias de bañarse, vestirse, cocinar, etc.
Alteraciones visuo-espaciales
La capacidad de la
orientación espacial se va deteriorando lentamente al comienzo de
la EA. El paciente pierde la capacidad de manejar el espacio, expresa extrañeza
en lugares familiares, luego se desorienta en la calle, no encuentra direcciones
conocidas, etc. Con el progreso de la enfermedad se pierde aún en
su propia casa, no puede encontrar el baño o el dormitorio. Lee
el reloj en espejo, no puede leer la hora, confunde el minutero con el
horario, y termina por no poder reconocerlo. Con el deterioro del funcionamiento
visuo-espacial se produce una caída de la capacidad constructiva,
ya no puede copiar diseños, dibujar espontáneamente objetos
y ensamblar partes dentro de un todo. Las alteraciones visuo-espaciales
se evalúan averiguando su orientación espacial (donde vive,
donde se encuentra, etc.) y pidiéndole que dibuje o copie objetos
como, círculos, la cara de un reloj, pentágonos superpuestos.
Alteraciones de la conducta
En las primeras etapas
de la EA predominan las alteraciones cognitivas. En estas etapas los pacientes
guardan una apariencia superficial adecuada, con un afecto poco profundo,
pero con un contacto interpersonal bastante conservado que esconde las
deficiencias cognitivas iniciales (conservan la "gracia social"). En las
etapas más avanzadas las fallas cognitivas ya no se pueden esconder,
y la conducta del enfermo se deteriora dramáticamente. Vaga por
la casa caminando incesantemente, realiza actividades estereotipadas sin
sentido: abre y cierra cajones, busca, revuelve armarios, dobla y arruga
ropas y sábanas. En estas etapas corre el peligro de salir de casa
y vagar sin meta, perderse, y sufrir accidentes. El ritmo sueño-vigilia
se desestructura, vagabundea por la noche, dormita por ratos durante el
día. Suele confundirse más al atardecer,(síndrome
vespertino: sundown syndrome). Se irrita o violenta, si se obstruye su
actividad. Pierde sus hábitos higiénicos, se viste con las
mismas ropas, se pone unas sobre otras, no se baña, no encuentra
el baño. Los hábitos alimenticios se deterioran, olvida comer,
no puede usar los utensilios, pierde el apetito, aunque, ocasionalmente
puede presentar hiperoralidad, lo que junto a las dificultades con la deglución,
puede provocar sofocación y neumonías por aspiración.
La líbido disminuye y desaparece, aunque en algunos casos, se puede
observar hipersexualidad (aumento de la masturbación y de los impulsos
sexuales que se expresan sin control, etc).
Otras alteraciones
En las últimas
etapas de la EA se pueden notar mioclonos, dificultad en la deglución
y parkinsonismo con inestabilidad en la ambulación y caídas.
En un 10% de los casos pueden presentarse convulsiones epilépticas.
En las últimas fases de la enfermedad están presentes la
incontinencia de esfínteres, y finalmente, las posturas flexoras
(gatismo, postura fetal) y reflejos primitivos como reflejo de agarre,
de hociqueo y succión.
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