Revista de Posgrado de la VIa Cátedra de Medicina - N° 113 – Marzo 2002
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1-5
ENFERMEDAD DE ALZHEIMER - II PARTE
Dra. Lorena Dos Santos. Prof. Dr. Pedro R. Torales
FORMAS CLINICAS
Se describen básicamente dos tipos de Enfermedad de Alzheimer (EA). La
EA de comienzo temprano (presenil) que aparece antes de los 65 años y la
EA de comienzo tardío (senil) que se
presenta después de los 65 años.
La DTA de comienzo temprano
es una forma demencial más grave, con un deterioro cognitivo más rápido y mayor frecuencia de trastornos del lenguaje
en las fases iniciales. Las alteraciones neuroquímicas e histopatológicas son
más abundantes así como las de la sustancia gris cerebral.
La DTA
de comienzo tardío, es más frecuente que la anterior y, se presenta con compromiso
primario de la memoria y confusión. Tendría una menor influencia hereditaria y
estaría más relacionada al proceso de envejecimiento.
La Sociedad Americana de
Psiquiatría en su Manual de Estadificación y Diagnóstico de Trastornos Mentales
(DSM- IV) incluye a la depresión y la psicosis que se presentan en el
transcurso de esta efermedad como subtipos de
la Enfermedad de Alzheimer, ya que parecen ser parte misma de la enfermedad.
En cambio los casos agitación, serían una situación mixta, algunas veces
expresión de la enfermedad y otras, precipitado por situaciones externas.
Es importante proceder a una pequeña disgresión
semántica y conceptual sobre dos términos utilizados frecuentemente en la literatura
médica: delirium y delirio. Por delirium se entiende toda obnubilación
de la conciencia que se acompaña de alteraciones de la percepción
(alucinaciones) e inquietud motora; es un cuadro agudo, breve que sobreviene a raíz de trastornos orgánicos y
no deja mayor defecto (los franceses todavía utilizan el término Confusión Mental para definirlo).
En cambio el delirio es un trastorno crónico
del contenido del pensamiento, elaborado por un juicio alterado, y que cursa
sin alteraciones de la conciencia.
Psicosis en la E.A.
Desde temprano en la historia de la EA, los síntomas
psicóticos (delirios y alucinaciones) han sido descritos como una parte del
cuadro clínico de esta enfermedad, se observan en alrededor del 30% al 50% de
los casos. Suelen presentarse en la etapa intermedia y avanzada de la
enfermedad.
Las alucinaciones
más frecuentes son las visuales y,
más frecuentes aún son los delirios
de carácter paranoide
(persecutorio). Se trata de ideas delirantes
más bien concretas y poco elaboradas. Estas ideas delirantes se denominan
paranoides porque se producen como consecuencia de las fallas cognitivas, como
olvidan donde dejan sus cosas y luego no las pueden encontrar, creen que les
han robado, e incluso culpan a sus propios cuidadores; al no reconocer bien a
su familia piensan que son impostores,
y que su casa no es realmente su hogar. En su impotencia y confusión temen y creen que su familia los abandonará.
Además viven en el pasado, con recuerdos de antiguos familiares, llegan a creer
que los ven y conversan con ellos. Los síntomas psicóticos se asocian con
frecuencia con agitación, agresión y conducta alterada.
Los síntomas psicóticos (delirios) deben
distinguirse del delirium, aunque ambas condiciones pueden coexistir. El
delirium es producto de una noxa ajena (ej. un proceso infeccioso) que
encuentra un organismo dañado y vulnerable.
También, deben distinguirse de los simples
trastornos de identificación causados por el deterioro cognitivo. El otro gran
grupo que debe tenerse presente en el diagnóstico diferencial, es la esquizofrenia,
en este caso, la historia de una psicosis crónica, alteraciones de la memoria
menores, y ausencia o, escasos signos de otros deterioros cognitivos, facilitan
el diagnóstico. Además, en los pacientes esquizofrénicos predominan las
alucinaciones auditivas y los delirios son más extraños y elaborados.
La EA con síntomas psicóticos cursa con un
rápido deterioro cognitivo, con más signos de alteraciones del lóbulo frontal,
y se asocia, más frecuentemente, con mioclonos y con signos extrapiramidales.
Depresión
La depresión se observa en un 25% - 30% de los
pacientes con EA. Es más frecuente en la fase inicial e intermedia del proceso
demencial; el paciente que conserva cierto grado de conciencia de sus fallas
cognitivas, tiende a sufrir más, y a quejarse de depresión. Esto podría deberse
a una reacción ante las pérdidas que ocasiona la demencia, o ser la expresión
del trastorno del sistema de neurotransmisores provocado por la neurodegeneración.
Algunas de las depresiones que aparecen en
la población geriátrica, pueden ser un síntoma prodrómico de la EA,
especialmente, si se acompañan de trastornos cognitivos irreversibles.
La depresión en la EA, puede ser leve
o severa y, puede presentar además
síntomas psicóticos. La depresión acompaña al deterioro cognitivo, por lo que
el concepto de Pseudo-demencia (cuadro clínico con apariencia de demencia, pero
de origen afectivo) no tiene aplicación. No se trata de un estado depresivo,
versus, una patología orgánica, ambas coexisten. En sentido opuesto, tampoco se
puede hablar de Pseudo-depresión, es decir un cuadro clínico de apariencia
depresiva, pero de origen orgánico.
La depresión complica la EA incrementando
el dolor subjetivo del enfermo, disminuyendo el rendimiento cognitivo, la
eficiencia en las actividades del diario vivir, el agotamiento de los cuidadores del paciente, y aumentando la
morbilidad y la mortalidad.
Agitación
Un 70% a 90% de los pacientes con EA
presentan trastornos emocionales y de la conducta que se describen como
agitación. Estos disturbios van de leves alteraciones que parecen simplemente
cambios de la personalidad como preocupación o nerviosismo, hasta la agresión
causa frecuente de institucionalización del paciente.
Entre los trastornos de la conducta se encuentran: ·
Irritabilidad, frustración y ira excesiva. ·
Estallidos emocionales desproporcionados a la causa. ·
Exigencia constante de atención y confianza. ·
Preguntas repetidas y exigencias exageradas. ·
Porfiadez, rechazo de hacer algo o de ir a alguna parte. ·
Constante caminar, buscar y escudriñar. ·
Gritos, chillidos y amenazas. ·
Golpear, morder y patear. |
La agitación
observada en el enfermo con EA puede ser, simplemente, la expresión misma del
deterioro neurodegenerativo que altera progresivamente el funcionamiento y la
regulación de la conducta. Sin embargo, la agitación se desencadena, o agrava,
frecuentemente, por factores externos que el clínico debe tener presente.
Entre los que hay que considerar:
· Problemas médicos: el dolor; la constipación; la disminución de la visión y de la
audición; el uso de medicamentos con efectos anticolinérgicos, antidepresivos;
accidente vascular cerebral, intoxicación con drogas como digital y teofilina.
· Delirium (descripto mas adelante)
· Síndrome vespertino ("Sundowning Syndrome")
· Insomnio: puede acompañarse de irritabilidad diurna con agitación. El uso inadecuado
de hipnóticos agrava este problema.
· Estrés ambiental: aunque el paciente presenta indiferencia a sus fallas, es sensible al
cambio de ambiente. El paciente no procesa en forma adecuada los estímulos, ni
las demandas, ni ruidos del ambiente inmediato. Funciona mejor en un medio
tranquilo, con pocas personas interactuando a su alrededor; necesita mantener
una rutina simple y regular. Cualquier cambio o exigencia, desencadena
confusión y frustración, con aumento de la agitación. El paciente tiene dificultad
en comprender las situaciones y en reconocer a las personas, esto puede
volverlo más sensible, lo que junto a la pérdida del control de los impulsos,
lo torna más agresivo.
CURSO DE LA EA
El curso de la EA no depende del sexo, ni
de la raza del paciente. Como se ha señalado en una sección anterior, el
comienzo de la EA es habitualmente insidioso y lento. Posteriormente, en las
fases más avanzadas, se acelera la progresión del deterioro. Al inicio de la enfermedad, el paciente necesita ayuda para comprar los
alimentos, pagar cuentas, gestiones bancarias, etc. Con el avance del deterioro
cognitivo, el enfermo necesita ayuda en las actividades del diario vivir como,
vestirse, higiene personal, alimentación, etc. El trabajo del cuidador aumenta
de algunas horas diarias a una tarea de 24 horas al día.
Se ha visto que, cuando la familia, habitualmente el conyuge, o la
hija del paciente -que son los que frecuentemente toman la responsabilidad
primaria en el cuidado del enfermo-, se sienten agoviadas, cansadas, y sin
apoyo práctico y consejería psicológica, sufren, a menudo, de depresión, de
exacervación de trastornos físicos previos, y problemas matrimoniales, factores
que influyen fuertemente en la decisión de institucionalización del paciente.
Estos aspectos no se deben olvidar cuando se elabora el plan terapéutico del
enfermo con DTA.
Se estima que se produce una caída de 4-5
puntos por año en la Prueba Mínima del Estado Mental, sin embargo hay mucha
variación entre los pacientes, y algunos tienen una tasa de deterioro muy lento
con períodos de estabilidad prolongada. El curso de la EA es de 8 a 10 años,
desde el diagnóstico hasta la muerte, pero puede prolongarse hasta 20 años.
Tabla II
PROGRESION
SINTOMATOLOGICA DE LA E.A. |
|||
FUNCIONES
PSIQUICAS |
GRADO
LEVE |
GRADO
MODERADO |
GRADO
SEVERO |
Lenguaje |
Anomia |
Afasia
|
Ecolalia,
palilalia |
Memoria |
Amnesia |
Deterioro
de memoria reciente y remota |
No se
puede comprobar |
Atención |
Disminuida |
Distraibilidad |
Ausente |
Abstracción |
Deteriorada |
Deteriorada |
No se
puede comprobar |
Condcuta |
Indiferente |
Anormal |
Cuadros
de Agitación |
Funcion visuoespacial |
Leve
deterioro |
Indiferente-ilusional |
No se
puede comprobar |
Marcha |
Normal |
Vagabundeo |
Alterada |
Otras |
|
|
Mioclonías-
pérdida control de esfínteres- Babinsky (+) |
El primer síntoma en la EA es el deterioro
de la memoria, cuando la neurodegeneración progresa del hipocampo a otras áreas
de la corteza cerebral, aparecen los trastornos del lenguaje, las apraxias, las
agnosias y las alteraciones visuo-espaciales. Con el compromiso de la zona
frontal se altera la personalidad y se dañan las funciones ejecutivas. En las
etapas finales hay compromiso piramidal con signos de parkinsonismo y
alteración de esfínteres (Tabla II).
Es difícil predecir la rapidez del
deterioro cognitivo, es más veloz, en cuanto más precoz es la aparición de los
primeros síntomas. En cuanto más rápido se instala la demencia, más veloz es el
curso de la misma. La rápida aparición de alteraciones del lenguaje, apraxias y
agnosias, predice un curso rápido y devastador. También la presencia de
síntomas psicóticos graves y persistentes anuncian un curso más negativo.
DIAGNOSTICO
1- El primer
nivel diagnóstico: se realiza con bases exclusivamente clínicas ahondando en el examen
mental del paciente y la historia de su enfermedad. La Prueba Mínima del Estado
Mental (PMEM) aunque es una prueba psicológica inespecífica, es un instrumento
sencillo, fácil de realizar para un clínico, útil para completar la evaluación
clínica de una demencia, y para determinar posteriormente la progresión de la
enfermedad y los posibles beneficios de la intervención terapéutica.
2- El segundo
nivel diagnóstico: se refiere al diagnóstico etiológico de la demencia, en este sentido, es perentorio que se
realicen un examen neurológico minucioso y las pruebas de laboratorio y de
neuro-imagen cerebral de rutina en el diagnóstico de las demencias (entre
otras, sedimentación, pruebas serólogicas, examen químico y celular sanguineo,
pruebas del funcionamiento tiroídeo, radiografía de torax, y nivel sanguineo de
vitamina B 12). Deben eliminarse toda posible causa de una demencia de causa
médica.
El diagnóstico por imágenes en la EA es complementario de los datos
clínicos. El único diagnóstico certero es el anantomopatológico. En la TAC se
puede observar una mayor atrofia del lóbulo temporal (superior a otras áreas) y
un aumento de la distancia entre ambos uncus del hipocampo, además de un tamaño
mayor de la coroides, delas cisuras hipocámpicas y silvianas y de los cuernos
temporales de los ventrículos laterales. La atrofia es siempre mayor, comparada
con los individuos sanos de la misma edad.
La tomografía por emisión de fotón único indica
hipoperfusión temporal y parietal, posteriores y bilateral. La Tomografía por
emisión de positrones sirve para evaluar
cambios regionales metabólicos de oxígeno y glucosa: se observa
hipometabolismo en la corteza asociativa temporoparietal posterior.
Finalmente, en los últimos tiempos, basada
en la hipersensibilidad de estos pacientes a compuestos que antagonizan la neurotransmisión
de la acetilcolina, se usa la prueba de la dilatación pupilar. Se emplea una
gota muy diluida de tropicamida y la respuesta en la enfermedad de Alzheimer es
una marcada dilatación pupilar, mínima en individuos normales y en los que
padecen otros tipos de demencia.
En
el transcurso de la EA pueden presentarse episodios confusionales causados por
enfermedades médicas, por lo que habrá que hacer el diagnóstico diferencial de
la forma Psicótica de la enfermedad
de Alzheimer y el Delirium
propiamente dicho (Tabla III)
Por ser el delirium una verdadera emergencia médica merece una descripción especial.
Su etiología es variada e incluye: infecciones, disbalance electrólitico,
anoxia, trauma quirúrgico, interacción medicamentosa (22% -39% ). Es decir que
el delirium es una alteración de la conciencia causada por alguna patología orgánica.
Su
mortalidad es elevada y depende de la situación médica general del paciente y
de la etiología del delirium. El 10%
al 75% de los pacientes que desarrollan un delirium
fallecen. Entre el 32% al 80% de los casos de delirium no son diagnosticados.
Tabla III
SINDROME
DEMENCIAL Y CONFUSIONAL DIAGNOSTICO DIFERENCIAL |
||
CARACTERISTICA |
SINDROME
DEMENCIAL |
SINDROME
CONFUSIONAL |
Comienzo |
Insidioso |
Agudo |
Evolución |
Meses- años |
Horas- días |
Atención |
Normal |
Dispersa |
Distraibilidad |
No |
Marcada |
Palabra |
No |
Si, visuales |
Lenguaje |
Afasia |
Incoherente |
Trastorno
sistémico |
En general NO |
Si |
EEG |
Normal |
Desorganizado |
El delirium se caracteriza por una alteración
de la atención y la afectación fluctuante de la conciencia; suele acompañarse de
alteración del ritmo del sueño, agitación, alucinaciones -preferentemente
visuales, terroríficas, amenazantes, (lo que aumenta la agitación), incoherencia ideas delirantes fragmentadas. Aparece en
forma aguda, con un curso fluctuante, se instala en minutos y horas, e indica
siempre una emergencia médica que debe atenderse de inmediato.
El
rasgo distintivo es la alteración de conciencia que se expresa en la
disminución de la percepción del ambiente y en la reducción en la capacidad
para mantener y fijar la atención. Además se presentan alteraciones de la
memoria, desorientación y alteraciones del lenguaje (incoherencias) y trastornos
en la percepción, fundamentalmente visuales (alucinaciones e ilusiones), e
interpretaciones erróneas del medio, habitualmente amenazantes y terroríficas,
lo que provoca agitación en el paciente que vive estas experiencias con
intensidad y convicción de realidad. Sin embargo, el delirium puede manifestarse también, con letargia y, aún, con un
estado de semi estupor. La combinación de períodos de agitación con períodos de
hipoactividad es, tal vez, la forma de presentación más frecuente. El delirium suele agravarse en la noche con
la oscuridad y la disminución de las claves ambientales de orientación.
La neurodegeneración provocada por la EA aumenta la vulnerabilidad del
cerebro a todo tipo de noxas (hipoxia, toxinas, infecciones, trastornos
metabólicos) causando fácilmente un delirium. Si bien el delirium complica frecuentemente
a la EA, puede constituir la primera manifestación clínica que se presenta en
una demencia, además puede anteceder a
un cuadro demencial que aún no ha mostrado las fallas cognitivas.
Son numerosas las condiciones médicas que
pueden desencadenar esta complicación
Entre estas causas hay que destacar:
· las infecciosas: infeciones
urinarias y neumonias
· deshidratación y trastornos
electrolíticos;
· enfermedad pulmonar obstructiva crónica,
especialmente si se complica con un cuadro infeccioso;
· trastornos metabólicos: diabetes
descompensada
· interacción de medicamentos,
interrupción de drogas que producen tolerancia como benzodiacepinas.
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