El viernes 12 de septiembre comenzó con un aire especial: la sensación de que se acercaba el final de tres días intensos de aprendizajes, intercambios y camaradería. Desde temprano, los/as participantes fueron llegando con la misma energía de los días anteriores, pero también con un dejo de nostalgia anticipada.
La mañana arrancó con mesas redondas y talleres que pusieron foco en la integración entre el grado y la residencia, en la medicina traslacional como puente entre ambas etapas y en la necesidad de sumar valores, cuidado y bienestar a la formación en salud. Talleres como el de técnicas de estudio centradas en lo emocional para estudiantes o el de estrategias de articulación entre grado y residencia reunieron a jóvenes y docentes en un clima de escucha atenta y participación activa.
Los posters y livings académicos continuaron siendo espacios de encuentro y reflexión, donde los expositores pudieron mostrar el fruto de sus investigaciones y recibir devoluciones enriquecedoras de colegas y especialistas.
Pasadas las 9.30, la atención se centró en los trabajos a premio, que despertaron expectativas y generaron debates apasionados entre quienes buscaban llegar a la instancia final. La diversidad de propuestas reflejó la riqueza de miradas y enfoques que caracterizó a todo el congreso.
El mediodía llegó con un auditorio colmado para la conferencia de cierre “Integración grado-residencia: ¿Piedra, papel o tijera?”, a cargo de Di Bernardo, que invitó a pensar los desafíos de la transición formativa con metáforas claras y ejemplos concretos que hicieron sonreír y reflexionar a la vez.
Con la entrega de premios y el reconocimiento a los trabajos destacados, se dio por finalizada esta edición del CAEM. Los aplausos, los abrazos y las fotos grupales marcaron un cierre cargado de emociones.
El CAEM 2025 concluyó al mediodía, dejando tras de sí no solo jornadas de alto nivel académico, sino también el recuerdo de un congreso que supo combinar conocimiento, innovación y humanidad. Tres días intensos que confirmaron que la educación médica en Argentina se construye colectivamente y con la mirada puesta en el futuro.