Del análisis de todo lo expuesto en lo precedentemente señalado es indudable que la creación de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional del Nordeste, produjo un cambio radical en los conceptos y acciones referidas al sector salud en todo el Nordeste Argentino. En estos momentos y la visión retrospectiva así lo demuestra, las ciudades-aldeas de hace 30 años vieron sacudidos sus moldes de atención de la salud de sus integrantes, por una pléyade de jóvenes, que científica, hábil y humanísticamente guiados por auténticos maestros, transformaron los esquemas de atención sanitaria y se interesaron por quienes se sentían marginados del aprovechamiento tecnológico científico que día a día se vuelca a raudales en el quehacer médico. La población tomó conciencia de sus graves falencias en este aspecto de la vida ciudadana, y así, no es de sorprender el apoyo casi incondicional que la Facultad recibió desde sus albores y continúa recibiendo de la comunidad toda de la región, que sintió el impacto de la presencia a veces intangible de nuevos custodios de sus vidas. Así se elaboraron Planes conjuntos con los Gobiernos Provinciales destinados a preservar y fomentar la salud y recuperar y rehabilitar al hombre enfermo, se implementaron estructuras socio-sanitarias inexistentes e imprescindibles y los jóvenes egresados de la Facultad como una marea mansa pero tenaz fueron cubriendo todo el ámbito de la región.
Podemos afirmar sin dudar y de ello da prueba fehaciente la alta demanda por las plazas para iniciar los estudios médicos, por parte de la población estudiantil que desde el punto de vista de la Salud Pública de la región en el Nordeste Argentino se puede hablar de antes y después de la Escuela de Medicina. La tecnología altamente especializada, antes reservada para los grandes centros y para pequeños grupos de población, hoy está al alcance del ciudadano corriente, que confiadamente concurre a los centros asistenciales con la seguridad de obtener una atención del mejor nivel. Esto es, en gran medida, el resultado de la interacción Gobierno-Universidad, pero sobre todo, del entusiasmo y de la dedicación de educadores y educandos que dan todo de sí mismos, imbuidos de la mística del respeto por la salud humana.
Indudablemente lo dicho nos está marcando obligadamente el rumbo por seguir: en primer lugar continuar bregando por la cada vez mejor formación profesional de médicos, enfermeros y kinesiólogos; en segundo lugar la apertura de la enseñanza continuada para el post grado, tarea ésta impostergable y ya en ejecución en algunas áreas, en tercer lugar, la implementación de los planes ya presentados ante las autoridades competentes, de carreras cortas, que llenen los numerosos claros que aún presenta la atención médica, sobre todo en especialidades paramédicas críticas, resultado ello de la complejidad cada vez mayor de la asistencia médica, y seguir promoviendo la investigación científica médica entre sus docentes para poder cumplir con la misión fundamental de la Universidad, que es no solo transmitir con el mejor nivel los conocimientos, sino también contribuir con su accionar a crearlos.