Se trata del doctor Santiago Levin, quien también es miembro de la Asociación de Psiquiatras Argentinos.
Días atrás, visitó la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional del Nordeste el prestigioso docente de Psiquiatría y Salud Mental de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y miembro de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA), doctor Santiago Levin. El profesional fue recibido por la titular de la cátedra Salud Mental II y miembro de APSA, profesora Lila Almirón y la titular la cátedra de Farmacología y responsable del Centro de Farmacovigilancia Regional de la ANMAT, doctora Lorena Dos Santos .
En una rica entrevista, Levin dio su perspectiva sobre la importancia de ampliar los contenidos referidos a Psiquiatría y Salud Mental en la formación de los futuros médicos y se refirió al rol que deben tener los profesionales de la psiquiatría en el contexto social.
Psiquiatría y Salud Mental, ¿qué considera de importancia para el aprendizaje de los estudiantes de la carrera de Medicina?
La Psiquiatría es una de las cinco clínicas de la Medicina (Clínica de adultos, Pediatría, Tocoginecología, Cirugía, Psiquiatría). Algunos la llaman “la quinta clínica”, aunque no tiene demasiado sentido, pienso yo, colocarles números ordinales a esas cinco ramas, todas indispensables, porque no hay ninguna más importante que las demás.
En casi todas las universidades occidentales, el peso curricular de la Psiquiatría y la Salud Mental en la carrera de Medicina es insuficiente. Así, nuestros egresados han pasado mucho más tiempo aprendiendo contenidos de las otras cuatro ramas mencionadas, algunos de ellos innecesarios y de base memorística.
La Psiquiatría es una especialidad troncal y su enseñanza en una carrera de Medicina debería estar equiparada en tiempo y contenidos con la de las otras ramas troncales. Queremos médicos que en pleno siglo XXI integren los diferentes aspectos que hacen a la persona humana, y los sepan aplicar técnicamente para conocer y evaluar al paciente, arribar a un diagnóstico – de enfermedad, de personalidad y de situación – y trazar un proyecto terapéutico.
El médico debe estar formado en Salud Mental – ciclo vital humano, modelos de psiquismo, neurociencia básica, sujeto y cultura, entrevista médica, relación médico paciente, actitudes frente a la muerte, etcétera -, no solamente como materia sino como eje que atraviese la totalidad de la carrera, que se conecte con la materia Psicosemiología y que prepare al estudiante para el estudio de la Psiquiatría: especialidad médica que estudia y trata los trastornos mentales, responsables de una enorme, y creciente, proporción de los motivos de consulta en todo el mundo.
Es importante observar que con la currícula de muchas carreras de medicina ocurre lo mismo que con los presupuestos de salud: salud mental y adicciones generan entre el 20 y 30% de la carga de enfermedad en casi todos los países, pero el presupuesto de salud mental es bajísimo, sólo entre 1 y 3% de promedio en el mundo. Similarmente, el peso de “lo mental” en la presentación clínica es muy importante, tanto trastornos primarios como secundarios, pero la carga curricular de estas materias es preocupantemente baja.
Como psiquiatra, ¿cuáles ve como cuestiones en tensión en la realidad actual de nuestro país?
Prefiero responder acerca del mundo actual, no solo de nuestro país.
Vivimos en un mundo esencialmente injusto, y es absolutamente inaceptable que las cosas sean como son. En los informes anuales de Oxfam (una confederación internacional de ONGs contra la pobreza en el mundo) de los últimos años, puede observarse una increíble y creciente concentración de la riqueza mundial en cada vez menos mega multimillonarios, mientras que la pobreza se extiende y se profundiza.
Los humanos no hemos sido capaces, hasta el momento, de organizar una civilización con lugar para todos y todas, con equidad y con justicia. Siempre pienso en la reacción de un eventual visitante de otras galaxias si viera el estado de las cosas en este pequeño planeta azul. Sería difícil comprender semejante desatino, que ocasiona tanto sufrimiento a tantas personas, teniendo a la mano todo lo necesario para evitarlo.
¿Qué puede decir de todo esto un médico psiquiatra?
En principio, una de las bases de la vocación médica es la vocación reparatoria, es decir, la capacidad de sentir bienestar – placer, alivio – al ayudar al otro. Bien mirado, este aspecto de la vocación de servicio es, a la vez, un componente de la vocación política. En un caso se repara en lo individual, uno por uno, en el otro, se intenta a nivel colectivo, teniendo en cuenta que “lo que existe para unos se pretende para todos”, es uno de los principios básicos de la Salud Pública.
Quien siente dolor por lo dañado y placer al ayudar a repararlo, siente también dolor por un mundo injusto, generador de malestares y sufrimientos estrictamente innecesarios.
Este es el aspecto político.
Ahora, aún en el mejor de los mundos posibles hay dolores necesarios e inevitables. También hay trastornos mentales, territorio en el que trabaja la Psiquiatría.
El psiquiatra que queremos para el siglo XXI es un médico que: primero, se especializa en conocer los trastornos mentales, específicos de su territorio clínico; segundo, conoce el efecto que la injusticia, la violencia y la inequidad producen en la subjetividad y en la salud física y psíquica; tercero, sabe trabajar en equipos multidisciplinarios, cada vez más necesarios en la clínica; cuarto, maneja las herramientas biológicas y psicoterapéuticas; y quinto, participa en su comunidad para hacer en grande, política, aquello que hace día a día ayudando a cada persona.